X-Men la serie animada: ¡Acción mutante! (Podcast disponible)

Suena trillado, pero no por eso es exagerado: nada sería lo que es sin la serie animada de X-Men. La industria actual de películas de Hollywood basadas en cómics sin dudas que serían muy diferentes de no ser por esa serie que se estrenó en 1992 en Fox Kids de EEUU. Pero nuestras vidas o nuestros gustos probablemente tampoco serían lo mismo sin ella.

Por estos meses cumplirá 30 años y toda su historia da cuenta de amor a los cómics y mucha insistencia para que por fin pudiera ver la luz. En breve, además, tendrá una continuación oficial que promete ser mucho más que pura nostalgia.

Si no tienen ganas de leer tanto o por algún demencial motivo quieren escuchar mi voz durante una hora y veinte, les propongo escuchar el podcast sobre este tema que acabo de subir a Spotify.

En esta historia el nombre central será Margaret Loesch. En la entrada y podcast dedicado a Power Rangers y sus series derivadas hablamos sobre ella ya que también fue un eslabón fundamental. La productora tenía mucha cercanía con Stan Lee, comandante en jefe de Marvel Comics, y juntos soñaban desde hacía tiempo realizar un dibujo animado que explotara todo el potencial que los mutantes tenían en los cómics.

Hasta ese momentos, a los chicos y chicas de Charles Xavier no se les había permitido mostrar sus cualidades en una serie propia. Apenas Iceman, Wolverine y ocasionalmente sus co equipers (Xavier, Cíclope, Tormenta, Angel) y un puñado de villanos (Magneto, Juggernaut o los Centinelas) habían participado en Spiderman and his Amazing Friends, la serie de 1981 que actualmente está disponible en Disney+. La primera aparición data de un encuentro en el dibujo de 1966 Namor The Sub Mariner, pero también a modo de estrellas (fugaces) invitadas.

Desde que Margaret Loesch y Stan Lee habían comenzado a trabajar juntos (en cuanto Loesch desembarcó en Marvel una de sus primeras acciones fue incluir a Stan Lee en la mesa de decisiones de Marvel Productions y no dejarlo «relegado» al sector comiquero), dicen que ella le había propuesta hacer una serie específicamente basada en los mutantes, bajo la idea de que era la historia de «unos adolescentes privados de sus derechos, y la mayoría de los adolescentes se sienten así». Recordemos que Loesch es una experta en percibir futuros éxitos y su lectura de las audiencias suele ser muy acertada. Lee no pudo más que estar de acuerdo y allá por la década del 80 pensaron que sería un gran momento para que la serie de X-Men viera la luz.

Pensemos que por esa época la serie regular de cómics Uncanny X-Men arrasaba en sus lanzamientos semanales, superando a Spider Man y Hulk, con números que rozaban el medio millón de ejemplares vendidos mes a mes. Lamentablemente, las cadenas que por ese entonces dominaban la TV no pensaron lo mismo. NBC, CBS y ABC pasaron de largo y no se interesaron para nada en el proyecto que Loesch y Lee les llevaban ya armado y encarpetado.

Las principales objeciones que ponían las cadenas tenían que ver con estudios de mercado: según sus sondeos, los cómics sólo le importaban a nerds mayores de 18 años y no veían posible que un producto así pudiera venderse a los chicos. Todo esto se plantea en el libro Previously on X-Men, cuyos extractos pueden leer acá. Lo cierto es que Loesch no se iba a dar por vencida y guardó su idea aunque no las ganas de ponerla en primer puesto de prioridad en cuanto su carrera creciera y le permitiera decidir qué serie sería la siguiente. Y, claro que sí, llegó rápidamente a ese lugar.

Para Loesch era mentira que el concepto X-Men no iba a funcionar en el público joven. Especialmente entre los adolescentes, insistía, era una idea que solo podía ir bien. Después de todo, los mutantes no sólo son abiertamente discriminados y excluidos por un mundo dominado por adultos, sino que ellos mismos se sientes diferentes, incomprendidos. Además de una evidente lectura racial, X-Men tenía la cualidad de hablar directamente de una brecha generacional que también se acentuaba por esos años.

Para los productores, el concepto X Men, por el contrario, resultaba «muy introspectivo» para lo que se buscaba mostrar en TV. Incluso ella y Stan intentaron convencer a los ejecutivos que al menos le dieran la oportunidad a algún otro producto derivado de los cómics. Prepararon pitch sobre Spiderman, 4 Fantásticos, Avengers… pero nada les gustaba. Hoy resulta absurdo que esto ocurriera, pero eran los 80 y el interés de los medios estaba puesto en otro lugar.

Como les contaba en la entrada anterior sobre Power Rangers y sus series derivadas, hace algunos años busqué información sobre Loesch y su rol en estas dos series tan icónicas de los 90. Pueden leer la entrada completa en este link pero en lo que respecta a la línea de tiempo que lleva de esas ideas descartadas a lo que finalmente sería la serie animada de X-Men, todavía faltan algunas anécdotas centrales.

Resulta que Loesch estaba tan convencida de que los mutantes en la tele la iban a romper, que estuvo dispuesta a arriesgar dinero a pesar de la negativa que podía esperarse por parte de los jefes de los canales. Así llegaría «Pryde of the X-Men», el episodio piloto de esa serie tan soñada. Junto a  Lee Gunther, Rick Hoberg, Larry Houston y Will Meugniot, Loesch ideó este gérmen de serie enfocada en una joven e inexperta Kitty Pryde que llegaba a las filas mutantes sin saber ante qué se enfrentaba.

El plantel elegido para debutar en primera. Sale mal.

Para financiar este episodio de presentación de una serie que, al final, nunca vio la luz, se utilizó el dinero recaudado tras la primera (y única) temporada de la serie animada de Robocop. Los 13 capítulos del programa basado en la película del policía mano dura se redirigieron a esos escasos 30 minutos de animación que buscaban mostrarle al mundo lo rentable que podría ser el concepto X-Men en la pantalla chica. Para que el producto final fuera visualmente superior a lo que solía verse en la TV norteamericana, desde Marvel sacaron provecho del vínculo con la productora japonesa Toei para animar el episodio.

La identidad del programa buscaba ser profundamente comiquera, basándose en el tono y el aspecto de la era de Chris Claremont-John Byrne y especialmente inspirada en los números 129 a 139 de Uncanny X-Men. Esta dupla creativa llevaría a que los mutantes estuvieran en lo alto del ranking de venta de cómics. El arco argumental de esos números sería importante en el futuro de los eventos del universo X-Men, con el debut del Hellfire Club, el personaje de Emma Frost. La formación de la escuela de Charles Xavier estaba encabezada por Cíclope, Wolverine, Tormenta, Dazzler, Nightcrawler y Coloso, además de la llegada de la pequeña Kitty Pryde que luego demuestra ser mucho más que una tierna e inexperta adolescente.

Con una fuerte impronta de esas fuentes es que Pryde of the X-Men se convirtió en el primer intento formal por conseguir que la tele le diera un espacio exclusivo a estos personajes, aunque el tono general del episodio pudo ser bastante más ingenuo de lo que se esperaba de una trama X-men. Sin embargo, a la resistencia de las cadenas le siguieron años financieramente difíciles para Marvel Entertainment y para 1986 detuvo la producción de todos sus proyectos a excepción de los Muppets Babies. Es irónico porque si bien la serie de X-Men de 1992 marcaría el comienzo de una era, Pryde of the X-Men fue el abrupto final de otra: aquella que empezó en 1978 con Los 4 Fantásticos y siguió en series de Spiderman del 79 y el 81, Spiderman and his Amazing Friends (1981) y El Increíble Hulk (1982).

Aún así ese episodio trunco dio por resultado un videojuego: X Men The Arcade, hecho por Konami. Aunque salió para el año de estreno de la serie de los 90, los diseños estaban inspirados en los trajes y modelos utilizados para Pryde. Seguramente muchos de los que lean estas líneas recuerden de qué titulo hablo: ese memorable beat em up que podía jugarse de a cuatro personas controlando cada una a un personaje entre Wolverine, Cíclope, Tormenta, Coloso, Dazzler y Nightcrawler. El objetivo es rescatar a Kitty y el Profesor X, a medida que se recorren distintos niveles en los escenarios habituales de la cronología mutante.

Para Loesch, muchos años después, la negativa sistemática que recibió la idea de la serie animada fue totalmente injustificada, y afirmó: «Cuando en las reuniones yo señalaba el éxito de la serie de Bill Bixby [The Incredible Hulk], ellos lo llamaban ‘un golpe de suerte’ que estaba basado en la personalidad de Bill, y decían que no tenía nada que ver con Hulk. Entonces, cuando me fui a Fox, decidí que iba a hacer los X-Men, y una vez que pusimos en marcha a Fox Kids, ese fue el primer trato firmado«.

Cuando Loesch firmó el pase a Fox Kids, tenía por principal objetivo convertir a ese segmento infantil en un canal que pisara fuerte en una grilla cada vez más competitiva. Uno de sus caballitos de batalla era la postergada serie de X-Men, pero sabía que debía replantear por completo lo que se había hecho para Pryde… y convertirla en algo que interpelara directamente a la generación de los primeros años 90. Coincidió con, en 1991, el cambio de título en los cómics, que pasaron a llamarse X-Men a secas y marcaron otra bisagra en la historia de los cómics. Los personajes pasaron por un fuerte replanteo visual y al poco tiempo Claremont se fue, cerrando una etapa histórica con arcos argumentales que no por nada fueron retomados constantemente en las sucesivas series y películas.

Por todo esto hubo un cambio rotundo en cuanto a cómo enfocar el futuro programa de TV: si Pryde era más bien pacato y reservado en el aspecto de sus héroes y, sobre todo, el de sus heroínas, para la nueva serie iban a echar mano de lo que vendía por esos años en las comiquerías y kioscos de revistas: los cuerpos voluptuosos y esculturales de Jim Lee. Y sí, obvio, también excelentes historias. Pero mucha carne. Los encargados de acercar posiciones entre Marvel y Fox de cara a esta serie fueron Joe Calamari y Sidney Iwanter, respectivamente.

El propio Iwanter dijo en una entrevista: «Recuerda que el comic que comenzó en 1961 y desde entonces los personajes fueron creciendo y muchos de ellos desarrollaron su propio universo, las historias se volvieron cada vez más sofisticadas, especialmente con la etapa de Claremont. No puede hacer una serie de X-Men propiamente dicha si no adaptas toda esa complejidad».

A su vez, el trato con Saban ya estaba establecido (sí, el Saban que después haría los Power Rangers, ya ven que estos últimos podcast son algo así como primos) y sería otro elemento fuerte en el resultado final que vimos en pantalla en lo que producción se refiere. Entre otras cosas, Saban tenía un socio llamado Shuky Levi, con el que había realizado openings absolutamente icónicos de series animadas y acá también pusieron su toque especial para darle a una serie tan bella, la más maravillosa música.

Paréntesis: hay varias versiones de que esta melodía compuesta por Ron Wasserman pudo estar descaradamente inspirada en otras anteriores. Hay dos posibles fuentes de inspiración (dicho esto en el más delincuente de los sentidos): la presentación de una serie húngara llamada Linda del compositor húngaro Gyorgy Vukan y el aún más impactante parecido con una melodía del famoso músico brasileño Hermeto Pascoal. Escuchen y saquen sus conclusiones:

Infancias arruinadas aparte, si en algo se había destacado Pryde… era en la calidad de su animación, pero en este caso se optó por algo más accesible y se cumplió ese viejo adagio de «lo barato sale caro». Lo cierto es que la animación quedó en manos de la agencia koreana AKOM, que se vio sobrepasada por la situación y terminó entregando, sobre la fecha, segmentos sin animar o atados con alambre y porciones de crudo que se terminarían de editar horas antes del estreno. Este problema que quedó en evidencia en aquel estreno de octubre de 1992 pudo ser subsanado en un reestreno del primer episodio un año después, donde se mostró un debut mucho más prolijo y acorde a la situación. Además, en ese debut participaron un pequeño estudio llamado Graz Entertainment (que ni siquiera contaba con el personal suficiente para afrontar el trabajo) y todo el trabajo de voz se hizo en estudios de Canadá.

Pero por más problemas que haya tenido en su primer lanzamiento al mundo, X-Men se convirtió rápidamente en una serie rompedora, que dejó a todos con la boca abierta y catapultó a Fox Kids a lo más alto del podio de los canales infantiles por esas semanas.

Pero volviendo al opening, se dice que ahí también metió mano Loesch. Lo cuentan Eric y Julia Lewald, dos miembros del equipo creativo de la serie en su imperdible blog (con dos libros publicados  “Previously on X-Men” y“X-Men: The Art and Making of the Animated Series”). La primera presentación pensada por el productor Larry Houston era emocionante, cargada de acción y con un narrador en off. Se enfocaba en la persecución de mutantes más que en el equipo de X-Men en sí.

Margaret Loesch sabiamente decidió que necesitábamos centrarnos más en los personajes de X-Men, por lo que Will (Meugniot) ayudó a Larry a volver a enfocar los títulos de apertura en nuestros personajes (muchos de los cuales eran más nuevos). La primera mitad de la secuencia de 75 segundos ahora se convirtió en una introducción exuberante a la familia de personajes con la que viviríamos durante cinco años, completándose con sus nombres en negrita. Funcionó. Con las nuevas imágenes enlazadas a la música, los espectadores sintieron el espíritu de la serie al comienzo de cada episodio. Entre Larry, Will y Margaret, encontraron el corazón de X-MEN: TAS.

La serie tuvo un recibimiento abrumadoramente favorable y fue sin dudas la punta de lanza para el boom de las series basadas en cómics que vendría poco después. Algo parecido a lo que pasaría con la primera película de X-Men en el año 2000 y toda la explosión de películas de superhéroes que coparon la cartelera en el siglo XXI. Respecto a la animación, vale decir que X-Men comparte podio con Batman The Animated Series (en la cual Loesch también formó parte) en lo que a pionerismo se refiere.

Ambas sirvieron para llevar a los cómics a un conocimiento masivo mucho más actualizado, a una imagen moderna que pudiera competir con cualquier otro programa de la época y, sobre todo, a algo que aparentemente ni las películas modernas pudieron lograr: que los espectadores empezaran a volcarse a los cómics.

Y es que, además, la serie de X-Men era tan respetuosa de su fuente comiquera que cualquiera que se interesara por volcarse a las historietas de esa franquicia encontraría algo en el mismo tono. Es decir, había un vínculo identitario fuerte y muy claro entre los cómics que se editaban en ese momento y la serie animada. En la pantalla se lograba traducir con maestría al lenguaje audiovisual la complejidad, dinamismo y estética de los cómics de X-Men sin que quedara un pastiche antinatural. Funcionaba como serie y también como gancho para quien quisiera seguir con los cómics.

Argumentalmente conjugaba, como tan bien lo había hecho Claremont, el discurso de crítica social y los giros telenovelescos de la trama. Nos vendían personaje con sentimientos y problemas, además de poderes. Nos hablaban de su lucha, de sus sentimientos de desprotección ante una humanidad que les temía, y nos invitaba a ese espacio seguro que era la escuela de Charles Xavier. En ese punto, la observación de Loesch sobre ese opening al que era necesario ponerle una presentación de los personajes principales fue quirúrgica: de esa forma sabíamos que se nos estaría contando la historia de los mutantes por abrirse un lugar en el mundo, pero a través de esos personajes que aparecían desde un comienzo y serían el vehículo para llevarnos a conocer esa problemática.

La serie generó un bombazo instantáneo también en merchandising. Son muy recordadas las figuras de acción de Toy Biz, el álbum de figuritas de Cromy, los videojuegos para distintas consolas de la época y hasta la línea de cómics X-Men Adventures, directamente relacionada con la serie de los años 90.

Desde ya que ésta no sería la única serie que tendrían los mutantes, pero sí la más rompedora. Hacia el año 2000 y coincidiendo con el lanzamiento de la primera película live action, Cartoon Network estrenó X-Men: Evolution, una reformulación adolescente del equipo mutante, un reboot que buscaba captar a los jóvenes del año 2000 con un estilo mucho más actual, cool y, es cierto, menos parafernalia superheroica. Los trajes eran mucho más sobrios y a los problemas de guerra de mutantes que enfrentaban los Hombres X se les sumaban conflictos típicos de adolescentes. Los personajes, en términos generales, eran mucho más jóvenes (y utilizaban con mayor frecuencia sus nombres reales por sobre los pseudónimos). Kitty Pryde volvía a ser una protagonista y Nightcrawler (rebautizado Nocturno en la versión latina) tenía un rol central. Ambos rondaban los 15 años, mientras que Jean Grey y Cíclope rondaban los 18. Wolverine se mantenía como el adulto ¿responsable? Como tal, se echaba por tierra la posiblidad de un triángulo amoroso con la ahora cuasi adolescente Jean. Se sumaba, también, un nuevo personaje: Spyke, sobrino de Tormenta. Rogue explotaba una faceta gótico-dark más compatible con alguna etapa inicial del personaje en los cómics que con la Titania que habíamos conocido en el programa de los 90 y aunque generó sus polémicas, siempre la sentí mucho más lograda que la de Anna Paquin…

En fin, fue una nueva etapa audiovisual para los personajes que recibieron su replanteo en el cine y la TV casi al mismo tiempo. En lo personal, tuve una etapa de enorme fanatismo por X-Men Evolution, quizás profundizada porque tenía una edad más o menos parecida a la de los protagonistas y preocupaciones similares. Otra vez, la lectura que había hecho Loesch allá por los 80, se aplicaba perfectamente en mi caso.

Para 2009 llegó otra serie (y ya nos estamos alejando peligrosamente del punto de corte cronológico de este blog) con Wolverine y los X-Men, que a favor de este reboot no buscaba volver a contar una historia más o menos similar a las anteriores sino partir de la premisa de que el profesor Xavier estaba en animación suspendida y Logan debía tomar las riendas del equipo. Esto, obviamente, apoyado en la aplastante popularidad que por esos años vivía el personaje de la mano de su encarnación cinematográfica de la mano (y garras) de Hugh Jackman. Esta serie puede verse completa en Disney Plus, a diferencia de Evolución que, por evidentes conflictos por haber sido televisada en CN, no está disponible actualmente en ninguna plataforma legal.

Y para completar el combo de mutantes televisivos, también se le puede dar un vistazo a la versión animé que tiene en su catálogo Netflix, y que salió allá por 2010 y 2011 en un trabajo colaborativo entre Marvel Productions y la productora japonesa MadHouse.

Pero si de reversiones niponas mitantas hablamos, sin duda el premio se lo lleva la versión en animé del opening hermoso (afanado o no) de la serie noventosa. Disfruten:

 

¡Que la Fuerza te acompañe!

=Malena=

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